Para comenzar, es necesario definir la palabra dolor. El dolor es una percepción sensitivo-emocional compleja que depende del contexto del individuo. Cuando hacemos referencia a un dolor como crónico, solemos querer decir que ese dolor lleva instaurado mínimo 3 meses (aunque a día de hoy ya se sabe que hay dolores crónicos que pueden llevar instaurados menos tiempo). Es clave aclarar que, en un dolor crónico, no es necesario que exista un daño estructural (por ejemplo, en la tibia). En un dolor crónico encontraremos alteraciones en el procesamiento de la información dolorosa. Esto puede dar lugar a dos términos: hiperalgesia y alodinia.

La hiperalgesia hace referencia a la percepción de un dolor excesivo ante un estímulo poco doloroso.

La alodinia hace referencia a la percepción dolor ante estímulos que no deberían doler (por ejemplo, el roce de las sábanas, el roce de los calcetines …).

Desde nuestra profesión podemos arrojar luz a este tipo de patologías, y por tanto mejorar su calidad de vida. Las herramientas que apoya la evidencia científica y la evidencia clínica son la aplicación de terapia manual (muscular, articular, neural o mixta), el ejercicio terapéutico y la educación en dolor. En este tipo de patologías la educación y el ejercicio terapéutico toman un papel esencial en la recuperación del paciente, sin olvidarnos de la analgesia que puede aportarnos la terapia manual. En nuestra clínica somos muy cuidadosos con la educación en dolor de nuestros pacientes, aspecto que también es fundamental para este tipo de patologías. Si crees que puedes tener dolor crónico y estás buscando de calidad, nosotros disponemos del mejor equipo y de las mejores instalaciones para llevar a cabo este proceso de recuperación.